Educación, un contrato social

Al actual modelo de educación se le debería extender el epitafio "tu muerte es mi vida", y firmar con el país un contrato social con los actores inmersos en este proceso: docentes, estudiantes, padres de familia, empresa pública, empresa privada y comunidad; con el fin de convertirnos en una potencia cultural como lo manifestó Benjamín Carrión. Estamos al límite de no ser parte de una sociedad nueva que regulará la política, la economía, la religión, los valores, la ciencia, la tecnología, la riqueza y la miseria. Esta sociedad es la del conocimiento, que dividirá al mundo en bloques. El primero que domine la información podrá controlar a países que aún no han logrado solucionar las necesidades más elementales de salud, educación, empleo, vivienda y seguridad. Un segundo bloque, en el cual seguramente estamos incluidos, por sus deficiencias académicas no podrán competir con el mundo. Y un tercer grupo de estados e instituciones que deseen compartir este conocimiento, estableciendo una ética de mínimos con el planeta. Frente a este hecho, la sociedad debería poner en marcha agendas, programas y recursos para levantar a un ministerio paralítico denominado MEC y liberar a la UNE de su eterno secuestro bajo la consigna: ‘Educando para la libertad’. Y la ciudadanía por su parte, exigirá al Estado, inversión en educación. Son alternativas que nos permitirán ingresar a la era del conocimiento y mejorar la calidad de Vida para nuestros hijos


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